Habían pasado dos días desde que había puesto a papa en el Geriátrico, hice un tiempo y fui a visitarlo, llegue al lugar con muchos nervios pues no sabia como lo iba a encontrar.
Me pare frente a la puerta, toque timbre, tuve que esperar unos minutos hasta que me abrieran la puerta (porque ? ) hasta que al final me hicieron pasar. Inmediatamente entre la penumbra de un angosto pasillo y la oscuridad del resto del geriátrico se me acerco un abuelo con las escasas canas revueltas que tenia diciéndome:
—¿Ernesto?
Me sentí mal, muy mal, no supe qué contestar, porque cuando iba a decirle que no, vi un río de lágrimas haciendo equilibrios entre sus párpados para no desbordar, hacia la primer arruga de su triste cara. Me daba pena decirle que no, pero tampoco sabía decirle que sí. Se restregó la nariz con la mano y una lágrima, una, empezó a descender arruga a arruga hasta alcanzar los labios. De repente, todo estaba en silencio. Los otros abuelos y alguna empleada se detuvieron a observarnos, parecían haber desaparecido del tiempo, más que caminarlo lo sufrían, se deslizaba hacia nosotros. Y él se comía la lágrima, le vi masticarla y oí crujir la sal entre sus mandíbulas., mientras me decía: --¡¡Viniste!!!... pero.. Cerró los ojos un momento, creo para que yo no lo viera, como los niños pequeños, y al abrirlos se hicieron líquidos entre sus manos, que habían soltado su cara, se había dado cuenta que yo no era su hijo, ese hijo que según me dijo la empleada, solo viene a pagar (una vez por mes) y algunas veces ni quiere entrar….. y que cree que su padre ya no lo reconocería. A pesar que cuando ingreso al Geriatrico hace 4 meses estaba muy bien “como usted o como yo, se vino abajo golpe”(sic)

Siempre con la compañía de Evaristo (así se llama este abuelo) pregunte por mi padre, esta en su habitación, me dijeron, lo ve? Esta allá, sentado en aquella silla, fui hacia el, tenias muchos deseos de verlo, lo abrasé fuerte, como estas papa? … y el también lloraba por las lagrimas de su ya amigo, me dijo: pobre Evaristo, se olvidaron de el, pasa todo el día sin nadie de su familia, los días son largos y las noches eternas Esas palabras, que no fueron un pedido, hizo que extendiera mi mano y replanteara mi vida,es increible los viejos siempre nos dan una enseñanza. También a mi padre le pasaría mismo mis 30 o mas minutos por día, no compensan el resto.
Le ayude a guardar su ropa en los bolsos, nos fuimos abrazados, despidiéndonos de Evaristo con un hasta mañana y la promesa de venir todos los días del año, así lo hicimos, ya han pasado 8 meses. No le fallamos un solo día. Su estado confusional no mejoro, eso es irreversible. pero esta mas alegre y espera el momento de nuestra visita su –quizás-único motivo de vida…………
Gracias Buitre, pero, sabes una cosa los geriátricos están llenos de “Evaristos”